viernes, 23 de octubre de 2009

Cierto concierto

Escribir es uno de esos verbos que me vuelven loco, de necesidad perentoria y ayer más que nunca debí escribir lo que no pude decir antes del fin de la primera hora del día posterior al más largo que no he tenido hace dos años.
Con luces propias del juicio final se acercó Jesús no sé si en caballo o burro. Fue un destello permanente un sentirme momentáneamente ciego con la sola y humilde percepción de quien estaba delante de mí. Se iniciaba así la comedia, el drama, la venganza, la nostalgia, el amor, la locura y catarsis que desencadena el sonido plural y emotivo de una canción cuando toca el punto más álgido de la conciencia.
La masiva procacidad de un bien armado auditorio no pudo concebir la fragilidad femenina presente. Ni su propia femineidad retuvo el detonante encerrado desde adentro. Fueron ajos y pimientas, venganzas y rescoldos que pasaron como la electricidad en el cuerpo que dejó su última canción. Lejos.
No sé de dónde vinieron, no los esperaba, no estuve parado más de hora y media para obsequiarles mi facultad de oír. Todo eso pensé mientras dejaba pasar la única canción que está armonizando la impresión de no tenerte en estos días. Me oí decir... un grupo minúsculo, más minúsculo que su nombre y me equivoqué. Corrección a mi supuesto y algo más, dejo adherida esta canción, Sognare.
Mi pulsación era normal, atestada de intriga. Habría que notar la de todos los demás mientras se alistaban a sumar 3 + 1 en mi loca cabeza; luego algarabía... el vítor de un pueblo por la victoria de un general romano y en el incansable griterío recordé aunque no me gusta hacerlo Cuando no es como debería ser... ya después con el silbante hálito de un quejido soltó el vesánico romance So violento so macabro en el oído de una Julieta y por más póstumo que sea el amor e indescifrable mi duda a priori uno de los tantos latidos de esa, estas, la noche espetó que Los malaventurados no lloran.
Mi compañía era renuente al silencio y mucho más cerca... a mi derecha competentes fraternos con la misma intención que yo, a mi siniestra quien pudo ser un trémulo sobreviviente a la noche en que sucumbió el Titanic y frente a mí y en diagonal intermitente quien nunca supo un título, quien nunca supo la letra. Alguien me dijo después que nada habría sido igual sin la paciencia de su espera.
Conminados a la locura, en actitud de oración al demonio y una disfonía que pasaría al olvido un día después se retiraron los cuatro de Monterrey en un día que no olvido, con temblores que hacen ruido y una cálida semblanza de lo que despierto soñé. Con una bandera al dorso y lanzando baquetas cedió el off el interruptor con todo lo que quise cerca a mí esa noche para no sentir frío.

4 comentarios:

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  2. plop... sin ctrl+c y ctrl+v ps srta... q prefiero leer... lo q se piensa...

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  3. mmm de verdad kedo totalmente impresionada!! =) solo puedo decir exelente!!

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