lunes, 30 de noviembre de 2009

puzle

No hay nada más difícil que mentir. Pero mentirse a sí mismo. Con tortuosidad de por medio.
Alegar amnesia artificial, ver lo que no existe porque es bueno. Controlar la emoción de una mirada, la sonrisa sin fundamento. Decidir cual empresario cuando trata el dinero. Y el mejor de los actos de un buen mago: saber olvidar. Engañar a la mismísima materia que la atracción de un cuerpo sobre otro no es, no está, no existe. Aunque está allí sin verle y que puede sentirse aun sin su presencia.
Son facultades de las que adolezco su ausencia. De las que me esfuerzo por derrochar por emanar.
Lo lamento por mí. Lo lamento por quien diga que solo soy un mentiroso. Pero al decir olvidar debo agregar priorizar y es que hay cosas, momentos que no se pueden olvidar. Personas que no se olvidan personas que sí. Cómo duele no poder olvidar. Cómo duele que te olviden. Qué extraña la gente que desgasta en su uso la palabra olvidar, el verbo fingir cuando se puede querer. Ya por eso a veces tanto escucho que el amor existió hace mucho tiempo cuando era más que solo una palabra.